Nuestros estudios de veterinaria son enormemente variados, fruto de los distintos campos de actuación del veterinario, tales como la clínica de las más variadas especies animales, industria y seguridad alimentaria, producción animal, las distintas administraciones,…. pero adolecen de algunos aspectos de importancia tales como la gestión empresarial, ya que muchos veterinarios, además de profesionales de la medicina somos empresarios, y de conocimientos básicos de la legalidad vigente, algo imprescindible en muchas facetas de la vida, y que nos resulta ajeno.
En el caso particular de la actividad clínica, algo que mayoritariamente se desarrolla con una gran vocación y profesionalidad, los aspectos legales tienen si cabe una mayor importancia. A diario y de forma inadvertida estamos rellenando y firmando documentos públicos, certificados, somos colaboradores de campañas de la Administración pública; todo ello avalado por nuestra titulación académica, por nuestra colegiación o por nuestro compromiso como colaboradores de la Administración.
Si bien puede parecer anecdótico o excepcional, en el pasado se han producido casos de compañeros que no velan por los documentos inherentes a nuestro ejercicio profesional, o incluso que han firmado documentos sin control suficiente, llegando a certificar hechos falsos o fechas alteradas.
Es importante aclarar que se trata de un delito tipificado en nuestro Código penal vigente y del que transcribimos el artículo que lo desarrolla:
Artículo 392 (Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal)
- El particular que cometiere en documento público, oficial o mercantil, alguna de las falsedades descritas en los tres primeros números del apartado 1 del artículo 390, será castigado con las penas de prisión de seis meses a tres años y multa de seis a doce meses.
- Las mismas penas se impondrán al que, sin haber intervenido en la falsificación, traficare de cualquier modo con un documento de identidad falso. Se impondrá la pena de prisión de seis meses a un año y multa de tres a seis meses al que hiciere uso, a sabiendas, de un documento de identidad falso.
Hay compañeros veterinarios que han sido detenidos por las fuerzas de seguridad del Estado y puestos a disposición judicial, debido a delitos por falsedad en documento público, que les ha obligado a pasar un tiempo recluidos en un calabozo, con un juicio posterior.
Retomando el título de este artículo de opinión, tenemos que ser conscientes del “peso de nuestra firma”, ya que confiere el valor a una certificación, pero también obliga a la veracidad de todos los aspectos en él recogidos. No podemos nunca pensar que certificar algo, sea una cartilla sanitaria, una vacunación o incluso una receta médica, son un mero trámite sin importancia, siendo conscientes de la responsabilidad que su firma conlleva.
El valor de tu firma te prestigia a ti y a todos los Veterinarios.
Asegúrate de su buen uso.
No la devalúes.